Mezclar los huevos con el vino y las esencias.
Tostar ligeramente las almendras y las nueces y reservar.
En un bol, mezclar la harina tamizada con el azúcar, el polvo para hornear y las frutas secas.
Con la harina, formar una corona sobre la mesada y volcar en el centro los huevos. Unir todos los ingredientes mezclando desde el centro hacia los bordes hasta obtener una masa uniforme.
Dividir la masa en cuatro partes iguales y enrollar cada una hasta obtener cilindros de 7 cm de diámetro aproximadamente.
Forrar una placa con papel manteca, disponer encima los cilindros de masa y llevar al horno precalentado a 180 °C hasta que se doren.
Retirar los cilindros del horno, cortarlos delicadamente en rodajas de 1/2 cm usando un cuchillo serrucho para pan y volver a hornearlos (a 120 °C de temperatura) para que queden bien secos.
En repostería, es importante tamizar la harina y otros ingredientes, ya que así se depuran y se evitan los grumos, lo que permite que la preparación se integre bien, y además hace que la masa resulte más ligera y esponjosa.