Para limpiar los utensilios de aluminio

Lo mejor es frotarlos con una esponja metálica, con agua y arena. Luego se les pasa jabón en abundancia y se aclaran con mucha agua fría. No debe emplearse la sal, que los estropea.

Para limpiar cuchillos y utensilios que hayan tocado pescado crudo

Pasarlos siempre por agua fría... “nunca caliente”.

Para limpiar los objetos de plata

La vajilla de plata debe lavarse con agua muy caliente, con mucho jabón y secarse con un paño fino.  Se la frota luego con una gamuza dedicada a este fin.

Venden en platerías unos polvos especiales para dar brillo de vez en cuando a la plata, polvos que dan excelentes resultados.

Para quitar el olor de las botellas sucias

Se pica finamente un trocito de carbón vegetal, se introduce en la botella y se deja reposar unos días, después de los cuales el olor ha desaparecido.  Entonces se lava con varias aguas claras.

Para limpiar botellas que hayan contenido aceite

Se les echa agua muy caliente y jabonosa, se remueve y se repite varias veces la operación hasta que queden claras y transparentes.

Para limpiar botellas en general

Es excelente la cascara de huevo desmenuzada e introducida en la botella, añadiéndole un poco de agua fría y removiendo unos momentos.

Se aclara debajo del grifo y la botella queda brillante.

También es excelente el uso de ceniza y trozos de papel de periódico.

Cuchillos oxidados

Los cuchillos se oxidan cuando permanecen en sitios húmedos, pero basta con hundir la hoja en un recipiente que contenga tierra, repitiendo la operación hasta que desaparezcan las manchas. Luego se frota la hoja con tierra a propósito para cuchillos y se les pasa la gamuza.

Si han de guardarse los cuchillos en estuches o cajas para no servir más que en contadas ocasiones, se recomienda untarlos de grasa, envolviendo cada cuchillo en un trozo de papel fino.

Para que las cazuelas de barro barnizado no comuniquen mal sabor a los alimentos

Para evitar que las cazuelas de barro barnizado que se utilizan para guisos clásicos den mal gusto a los alimentos, hay que darles un hervor antes de utilizarlas.  Se llenan de agua fría hasta el borde (cuando son para estrenar e incluso cuando ya han servido), se ponen al fuego y cuando el agua rompe a hervir, se tira, se aclara la cazuela con otra agua clara y se emplea.

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