Mezclar la levadura, el extracto de malta y el agua. (El extracto de malta le da más aroma a la masa y ayuda al principio del leudado; pero se puede reemplazar por azúcar o miel).
Dejar reposar unos minutos hasta que fermente.
Incorporar la harina, el aceite de oliva y por último la sal.
Formar un bollo y dejarlo reposar envuelto en un lienzo limpio y seco.
Estirar la masa a mano, con un palote o con una sobadera en una lámina gruesa y cortar bastones del largo de la placa para horno que se va a usar. (También se pueden cortar las tiras y luego darles forma de cilindros).
Dejar que la masa descanse otro rato.
Llevar a horno precalentado a 180 o 190 °C.
Cocinar hasta que los grisines queden bien doraditos y crocantes.
Disuelve la sal en unas pocas cucharadas de agua tibia para que se incorpore con más facilidad a la masa. Puedes espolvorear los grisines antes de cocinarlos con tu especia favorita: comino, amapola, curry, pimienta negra, sal gruesa... ¡Riquísimos!